TUS
PALABRAS SON ESPÍRITU, VIDA Y LUZ EN NUESTRO CAMINO
Iluminación: Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado
sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro. (Jr 14, 9)
Todos
somos llamados a segur A Cristo a vivir su Pascua, su muerte y su resurrección,
dos momentos de un mismo acontecimiento, morir para vivir. Jesús para hablar de su Pascua nos presentó la parábola
del grano de trigo: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su
vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida
eterna. (Jn 12, 24- 25) Jesús dio fruto por que murió, y nos muestra el camino
para dar fruto y pasar de la muerte a la vida, del pecado a la gracia: la Cruz,
camino hacia la resurrección. Y así vivir su Fiesta, su Pascua. Pablo nos dice
como tenemos que vivirla: Tirad fuera la
levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes ázimos,
pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos
nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y
perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad. (1Co 5, 7-8)
La
vieja levadura es el traje de tinieblas y la nueva levadura es revestirnos de
Jesucristo en justicia y santidad (Ef 4, 23- 24) Si es que realmente hemos
escuchado laa predicación de la Palabra que nos invita a obedecerla. Santiago
nos dice: “No se conformen con escuchar la Palabra, hay que ponerla en práctica,
es decir obedecerla” (Snt 1, 12) El modelo de obediencia es el mismo Jesús: Cristo,
aunque era Hijo de Dios, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la
obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en
causa de salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo
sacerdote «según el rito de Melquisedec». (Hb 5, 8-10)
Jesús
sufriendo aprendió a obedecer. El que escucha la Palabra y la obedece ese ama
al Señor, como lo dice san Juan: El que tiene mis mandamientos y los guarda,
ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y
me manifestaré a él.» (Jn 14, 21) Recordemos que Dios a todos ama, pero, no en
todos se manifiesta. Se manifiesta en aquellos que lo obedecen: Jesús le
respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis
palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha
enviado. (Jn 14, 23- 24)
El
que ama a Cristo por encima de todo, tiene que romper con otros amores, y de la
clase de relación que estemos relacionados con las cosas o con personas, dependen
nuestros dolores. Cuando estamos apegados al dinero o al vicio es más grande
nuestro sufrimiento. El amor es la fuerza para vencer el mal y romper con el
pecado. Tres cosas nos da la fe en Cristo: Luz, Fuerza y Amor. Las tres son Gracia de Dios. Con la Luz
conocemos lo que es malo, discernimos y nos disponemos a abandonarlo. Aunque
nos duela. Con la Fuerza de Dios nos ponemos de pie y caminamos, aunque nos
duela. Y con Amor y por Amor, hacemos la voluntad de Dios. Todo es Gracia de
Dios, él nos acompaña en el Proceso. Podemos entonces decir con Pablo: “Todo lo puedo
en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13)
El
sufrimiento por Cristo es oblativo, podemos ofrecerlo a Dios por algo o por
alguien. Entonces acompañamos nuestra oración con el dolor, con el sufrimiento,
con las cargas: Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que
ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal
será vuestro culto espiritual. (Rm 12, 1) Pero, recordando que no es lo mismo
orar en gracia de Dios que orar en pecado mortal, por eso el sacrificio ha de
ser “vivo” “santo” y “agradable a Dios” es decir estar en Gracia de Dios. Porque
sin fe nada s agradable a Dios (Heb 11, 6)
El la teología de san
Pablo encontramos el cómo vivir la Pascua de Cristo: “Huye de las pasiones
juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz,
en unión de los que invocan al Señor con corazón puro. Evita las discusiones
necias y estúpidas; tú sabes bien que engendran altercados. Y a un siervo del
Señor no le conviene altercar, sino ser amable, con todos, pronto a enseñar,
sufrido.” (2 de Tim 2, 22- 24) Rompe con el pecado y haz el bien, cultiva las
virtudes para que puedas vencer el mal (Rm 12, 21) No basta con dejar el mal, hay
que hacer el bien. Lo que equivale a decir: “Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el
Espíritu, obremos también según el Espíritu.” (Gál 5, 24- 25)
Lo anterior nos pide
conocer la Palabra de Dios, que sea luz en nuestro caminar (Slm 119, 105) La
Palabra es Luz, es fuerza y es Amor. Hagamos de ella nuestro alimento favorito,
nos conviene, porque nos guía a nuestra Meta: Cristo Jesús, nuestro Salvador y
nuestra Salvación. 2 de Tim 3, 14) Y Nos lleva a la perfección cristiana (2 Tim
3, 17) No nos cansemos de leer, escuchar
y obedecer la Palabra para no caminar en
tinieblas (Jn 8, 12) Y poder conocer la voluntad de Dios, como lo dice el apóstol
Pablo: “Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante
la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la
voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom 12, 2) La voluntad
de Dios manifestada en Cristo, la Palabra nos dice:
Vuestra caridad sea sin
fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los
unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin
negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la
esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo
las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que
os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que
lloran. (Rom 12, 9- 15)
El Amor es respetuoso, es
orante, es alegre, es hospitalario y es doliente.
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